viernes, 25 de septiembre de 2009

Jack el Destripador


Las calles de la ciudad de Londres desbordadas por el gentío rezuman naturalezas dispares conviviendo en un mismo espacio. Las desigualdades alimentan los cánceres sociales que proliferan como el fuego en el pasto de verano. En horas nocturnas el aliento del Támesis sumerge a la ciudad entre brumas de delincuencia, desorden y k-os. El brazo de otra ley aplica a diestro y siniestro parcial justicia nacida de los desórdenes de la mente.
Esta noche volverá a salir Jack en nombre de la Divinidad para ayudar a salvar el alma de una mujerzuela que retoza en la lujuria de la prostitución manchando de pecado a los que se dejan arrastrar por la debilidad de la carne. También él se hará invisible en la niebla para seleccionar el alma afortunada de pulgar sus malas acciones y ascender purificada al paraíso.

Largas piernas subidas en finísimas alturas aceleran el paso entorpeciendo los bellos gestos de las caderas que unos instantes atrás atrajeron las miradas de otro amante del desenfreno. Ella arriesgó dejándose llevar por la vía del dinero fácil a pesar de haber recibido las advertencias de compañeras de la profesión de no moverse sola por la noche. Torció la mirada para estremecerse ante la silueta de aquella figura alta y estilizada que, bajo aquel sombrero de Gentlelman poco apropiado, hacía flamear su ancha capa tras un paso cadencioso a la par que firme y resolutivo. El brillo de una amenazante y plateada hoja cortante lo hacían tenebroso en una noche más en la que se masca la tragedia. Y ella, sabiéndose condenada, inicia la fuga al tropel, aunque bastante torpemente. Y él, habilidoso y experimentado, le da alcance para hundir su inmaculada navaja sobre el costado de la sucia mujer. Por la brecha sangrante brota a borbotones desenfrenos, excesos… mala vida. Se oye un último suspiro agonizante y expira la involuntaria penitente que en sus últimos estertores dirige la vista al muy cercano cielo que esta noche, especialmente, para arrastrarse por el suelo.

Más tarde, en su escondida guarida, sobre el improvisado quirófano de aquel húmedo y frío sótano, entre las bocinas lejanas de la actividad mercantil del río, Jack se dispone a purificar el cuerpo. Necesita ser certero en la extirpación del útero y las mamas para amputar las causas que hicieron posible a aquella desgraciada manejarse por los insondables mares pecaminosos. Él, impregnado del olor sangriento de aquella carnicería, no disfrutaba, pero se sientía feliz de cumplir con lo necesario.

En unas horas amanecerá y Londres será aterrorizada testigo de las consecuencias del mal camino. Jack descansará para volver a fundirse, como un mortal más, en la alta sociedad londinense por la que tanto sacrificio ha de soportar.
Scontland Yard se desorienta entre falsos pitidos de agentes solícitos al auxilio de transeutes llevados por el pánico. Y las futuras víctimas se desesperan impotentes mientras aguardan desconcertados su destino.


Muchos años después, dicen que el alma de Jack sigue presente en las noches de nieblas londinenses. Y que reencarnado en la sociedad capitalista descuartiza en nombre del Divino a los más débiles para purificar y engrandecer un sistema económico condenado, que nos condenará a todos.

jueves, 10 de septiembre de 2009

La Guerra de Los Mundos ha comenzado.


Uno de los grandes pecados del hombre ha sido su prepotente egocentrismo que lo ha hecho centro del universo despreciando vida en otros planetas u otras formas de vida que no sean tan dependientes del hidrógeno y oxígeno.
El desarrollo tecnológico, el afán por conquistar nuevos mundos, o quizá el aburrimiento de algunos investigadores ha conseguido abrirnos los ojos para hacernos plantear que la existencia de algún tipo de vida en otros planetas es posible.

Hacia el año 1980 un movimiento sísmico hizo temblar los cimientos de Hornachuelos, lo que provocó la espantada de colegiales, pánico de adultos y mucho nerviosismo entre las Autoridades Locales. En el momento del temblor, que llegó a 4’5 en la escala de Richter, el Jefe de la Policía Local aseguraba haber visto una bola de fuego caer sobre los montes más allá de la presa de derivación del Bembézar. Aquel día suscitó todo tipo de conjeturas sobre una explosión en el centro de almacenamientos de residuos El Cabril, sobre la caída de un meteorito, o sobre el avistamiento de un ovni.
Poco a poco se fue olvidando el susto y todas las hipótesis quedaron reducidas al gran terremoto de 1980.
A penas tres años después, una tarde de junio de temperaturas veraniegas, un nuevo revuelo alteraba la tranquilidad de la plaza del ayuntamiento. Un hombre de edad avanzada, de esos respetados por toda la sociedad, llama la atención sobre un objeto volador no identificado que parecía querer aterrizar en nuestro pueblo, no se sabía con qué intenciones. El susodicho, A.S. junto al jefe de la policía local, el cual había tenido la precaución de desabrochar el latiguillo de seguridad de su reglamentaria por si recurrir a la fuerza hubiere, y, sin faltar a su deber como principal poder del Municipio, el Alcalde, activaron el protocolo de actuación, en el que entre otras cosas, se contemplaba la necesidad de localizar la zona de aterrizaje del ovni. Al final del día, todo el pueblo respiraba tranquilo al conocerse el resultado de la investigación en la que se referían al ovni como un globo sonda y cuyo contenido, entre otras muchas cosas, eran multitud de moscas para algún tipo de experimento.
Ayer, un nuevo ovni fue avistado sobre el caserío de San Bernardo, el cual, gracias a las nuevas tecnologías que permiten activar un magnífico zum a cámaras fotográficas de bajo coste, hizo posible comprobar el paso de un nuevo globo sonda que esta vez decidió remontarse hasta Las Navas para elegir un posible aterrizaje de emergencia.

Parece que la asiduidad de este tipo de fenómenos está haciendo que los melojos nos hayamos vacunado contra la credulidad de ser visitados por otros seres del universo. Nadie parece extrañarse cuando comprobamos que chavales de mayoría de edad cumplida, son incapaces de escribir su nombre o hablar correctamente nuestro idioma.
Tampoco se extraña absolutamente nadie, ni siquiera las Autoridades competentes, del insistente robo de grandes masas de agua que están desertizando los lechos de arroyos y ríos tan necesarios para la vida terrícola.
Increíble, pero cierto, que nadie vea anormal la construcción de edificios que, a juzgar por su aspecto, estoy seguro se tratan de centros de control espacial para contactar con posible naves nodrizas
Pero ¿cómo nadie se da cuenta que hay muchos individuos que conviven con nosotros y que su tecnología más avanzada les permite vivir a base de pequeñas capsulitas que le dan energía para todo el día, no necesitando ingerir los alimentos que de siempre ha necesitado el Ser Humano?.
En fin, algunos se empeñan en hablar de terremotos, globos sondas.., pero a mí no lograrán engañarme: la Guerra de los Mundos ha comenzado.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

II Guerra Mundial. Sólo setenta años después

Se cumple setenta años desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Fecha para olvidar lo que nunca debió ocurrir. Motivo de vergüenza para la razón, para la cordura… en fin, para los que decimos diferenciarnos de los animales por nuestra inteligencia.
A lo largo de la historia, el Hombre, desde el significado más genérico y plural de la palabra, ha batallado contra sus semejantes impulsado por el deseo de dominar sobre los demás. Sentirse poderoso lo ha llevado a erigirse, incluso en algunos casos en nombre de la Divinidad, el dueño y señor de la vida de otros Hombres de diferente raza o condición. Permanece fresco el recuerdo de aquel Führer que inició el cruel holocausto en el que murieron millones de Humanos en su búsqueda de la perfección de la raza aria. También es reciente el recuerdo de que, hasta hace muy poco tiempo, negros y blancos vivían clasificados por el Apartheid que los colonizadores aplicaron a los colonizados.
Al final, la sociedad se subdivide y se agrupada en guetos para su autodefensa: barrios de clase alta o baja en las ciudades; zonas residenciales; etc, etc, etc...Al final, siempre lo mismo. El grande pisotea al chico. El chico incordia en medida al grande.
¿Será que el Ser Humano está condenado a no entenderse?. ¿Ha dejarse llevar por sus codicias, envidias...no haciendo posible la convivencia pacífica?. Pues no. Tenemos que convivir porque no nos queda otro remedio. Así que tenemos dos opciones:
- Complicarnos el día a día siendo fastidiados y fastidiando.
- Hacer uso de nuestra escasa inteligencia para convivir en armonía.

Ustedes deciden. Dejamos los problemas sociales para visitarlos en museos, o los representamos en las calles.