Querrán ustedes creer que en la noche del martes, día 23, al miércoles, mientras me dirigía al casco antiguo por la calle Los Molinos, me crucé con una mujer esbelta, de formas redondeadas y cabellos largos, muy largos. Ambos nos saludamos cordialmente y continuamos nuestros caminos, si bien, por eso de haber dado el reloj del Ayuntamiento la primera campanada del nuevo día, no pude evitar girarme y echarle un último vistazo. Tremenda casualidad cuando ambos coincidimos en nuestras miradas robadas, quedándome petrificado por saberme descubierto y no encontrar justificación a tan desconfiada actitud. Ella, sin titubeos ni malos gestos, dominando la situación me pidió que me acercara a la par que iniciaba su aproximación hacia mí. Y me preguntó...
- ¿ Por qué me has mirado?- dulcemente, aunque con mirada incisiva.
- Discúlpeme señora. Simplemente me ha resultado extraño encontrarme con usted a estas horas de la noche.
- No es extraño. Es la hora perfecta para pasear por las calles mientras todos duermen. Nada de ruidos ni interferencias, quietud total. Momento ideal para disfrutar de tan importante momento en una noche como ésta.
- Importante momento, ¿ por qué?-. A mí sólo me parecía una noche como otra cualquiera.
- Porque ya ha pasado la media noche y hemos abandonado el equinoccio de primavera para adentrarnos en el solsticio de verano. A partir de aquí, los días irán reduciendo su luminosidad y el sol perderá poco a poco su fuerza, debilitándose hasta llegar al equinoccio de invierno en el que volverá a fortalecerse.
- ¡Ah!. Pues no lo sabía-. Y quise cortar una conversación que olía a rareza y desequilibrio mental. – Hasta luego-, y quise abreviar la despedida.
- ¿No sientes curiosidad de por qué te digo esto?
- La verdad es que me resulta extraño, pero tampoco me quiero meter en sus asuntos- aquella conversación se embarullaba por momentos y quería zanjarla de inmediato.
- No te pongas nervioso ni te asuste. Nunca te haría daño, pero sí te puedo enseñar algo que tu no conoces-, dijo pareciendo adivinar lo que a mí me pasaba en esos momentos por la cabeza.
- No estoy nervioso-, aunque mi gestos compulsivos decían todo lo contrario. –Dígame...
- Hoy es la noche de las hogueras de San Juan. En ellas se queman todo lo que desprenda energías negativas. El fuego purificador las destruirá para dejar sólo las energías del bien, de lo positivo. Al mismo tiempo, el calor que desprenden las hogueras ascenderá hasta llegar al astro sol para darle mayor fuerza en su ciclo de debilidad.
- Y usted...
- Efectivamente, como cuentan las leyendas, yo soy una de esas brujas que he venido esta noche a Hornachuelos a purificarlo de todas sus energías negativas.
- ¿Y cómo sabe usted dónde están esas energías?.
- Tú no las puedes ver, en cambio yo sí. Todos tenemos áurea alrededor nuestra que desprende una luminosidad especial cuando lo negativo supera a lo positivo. En cierto modo, todos podemos detectarlo de una forma u otra.
- ¿ Y dónde hará la hoguera?, le pregunté realmente interesado por verla.
- Esta noche haré una hoguera en el interior de todas aquellas personas que crean en la magia de la Noche de San Juan para purificar sus malas energías, Y mañana, cuando se levanten, se sentirán mejor al desprender bien en sus acciones en lugar de mal. También ellas recibirán el bien de otras personas purificadas y sus vidas serán más productivas y relajadas en paz con todos y consigo mismas...
A la mañana siguiente me levanté y recordé lo sucedido hacía tan sólo unas horas. Intenté recordar los rasgos físicos de aquella mujer y no lograba imaginar su cara. Quizá todo fue un sueño, una fantasía, un deseo... lo importante es que en la noche de San Juan quemé mis malas energías para empezar de nuevo. Sueño... realidad... qué más da. Hoy me siento mejor.
- ¿ Por qué me has mirado?- dulcemente, aunque con mirada incisiva.
- Discúlpeme señora. Simplemente me ha resultado extraño encontrarme con usted a estas horas de la noche.
- No es extraño. Es la hora perfecta para pasear por las calles mientras todos duermen. Nada de ruidos ni interferencias, quietud total. Momento ideal para disfrutar de tan importante momento en una noche como ésta.
- Importante momento, ¿ por qué?-. A mí sólo me parecía una noche como otra cualquiera.
- Porque ya ha pasado la media noche y hemos abandonado el equinoccio de primavera para adentrarnos en el solsticio de verano. A partir de aquí, los días irán reduciendo su luminosidad y el sol perderá poco a poco su fuerza, debilitándose hasta llegar al equinoccio de invierno en el que volverá a fortalecerse.
- ¡Ah!. Pues no lo sabía-. Y quise cortar una conversación que olía a rareza y desequilibrio mental. – Hasta luego-, y quise abreviar la despedida.
- ¿No sientes curiosidad de por qué te digo esto?
- La verdad es que me resulta extraño, pero tampoco me quiero meter en sus asuntos- aquella conversación se embarullaba por momentos y quería zanjarla de inmediato.
- No te pongas nervioso ni te asuste. Nunca te haría daño, pero sí te puedo enseñar algo que tu no conoces-, dijo pareciendo adivinar lo que a mí me pasaba en esos momentos por la cabeza.
- No estoy nervioso-, aunque mi gestos compulsivos decían todo lo contrario. –Dígame...
- Hoy es la noche de las hogueras de San Juan. En ellas se queman todo lo que desprenda energías negativas. El fuego purificador las destruirá para dejar sólo las energías del bien, de lo positivo. Al mismo tiempo, el calor que desprenden las hogueras ascenderá hasta llegar al astro sol para darle mayor fuerza en su ciclo de debilidad.
- Y usted...
- Efectivamente, como cuentan las leyendas, yo soy una de esas brujas que he venido esta noche a Hornachuelos a purificarlo de todas sus energías negativas.
- ¿Y cómo sabe usted dónde están esas energías?.
- Tú no las puedes ver, en cambio yo sí. Todos tenemos áurea alrededor nuestra que desprende una luminosidad especial cuando lo negativo supera a lo positivo. En cierto modo, todos podemos detectarlo de una forma u otra.
- ¿ Y dónde hará la hoguera?, le pregunté realmente interesado por verla.
- Esta noche haré una hoguera en el interior de todas aquellas personas que crean en la magia de la Noche de San Juan para purificar sus malas energías, Y mañana, cuando se levanten, se sentirán mejor al desprender bien en sus acciones en lugar de mal. También ellas recibirán el bien de otras personas purificadas y sus vidas serán más productivas y relajadas en paz con todos y consigo mismas...
A la mañana siguiente me levanté y recordé lo sucedido hacía tan sólo unas horas. Intenté recordar los rasgos físicos de aquella mujer y no lograba imaginar su cara. Quizá todo fue un sueño, una fantasía, un deseo... lo importante es que en la noche de San Juan quemé mis malas energías para empezar de nuevo. Sueño... realidad... qué más da. Hoy me siento mejor.