viernes, 23 de abril de 2010

A veces la vida se vuelve rancia


A veces la vida se vuelve rancia. Pérdidas irreparables, sentimientos caducados, ilusiones podridas o errores cometidos forman un caldo maloliente difícil de soportar que, además, nos anula los sentidos para dejarnos sordos a sugerencias de amigos y ciegos a la realidad. El tacto de la mano que te ofrece ayuda es imperceptible. No reaccionamos a olores y sabores que se esparcen en derredor para el disfrute de los demás. Y entonces durante no se sabe cuánto tiempo somos aislados y desterrados al exilio del sin sentido. Después sólo nos queda las ganas de llorar, bajar la mirada y humillarse ante el capote que nos desvía del verdadero objetivo para convertirnos en peleles del sufrimiento… hasta reposar en el fondo. A partir de ahí sólo queda descansar y reponerse para afrontar con garantías la ardua labor que nos estará por venir, porque será nuestro deber y obligación recuperar la senda que nos devuelva al buen camino. Es la única forma de vivir con la dignidad que, de alguna manera, todos merecemos.

A los que anden en tal búsqueda solo les queda recurrir a la fortaleza, tenacidad y firmeza, claves seguras de éxito.
Me temo que los malos ratos son parte del proceso de fermentación necesario para después saborear la vida con el paladar de la madurez.

“… vayamos al frente con decisión y valentía… aprendamos de cada derrota para ir forjando la próxima victoria…. “

lunes, 19 de abril de 2010

Metamorfosis


Aunque todos compartamos el calor de un mismo sol, que calienta una misma Tierra, no todos vivimos en la misma realidad. Lo que realmente está pasando en nuestro entorno viene determinado por la interpretación que cada cual le aplique. Es por lo que sería muy atrevido aventurarnos a opinar de lo que está bien o mal, de lo correcto e incorrecto, de lo apropiado y lo inapropiado. No es más cuerdo el que sigue un patrón generalizado, ni más loco el que desborda lo límites de lo usual para extenderlos más allá de lo inhabitual. Estoy seguro que, en cierta medida, todos tenemos en algún momento pensamientos por los que, de hacerlos públicos, seríamos tildados de extravagantes, por consecuencia, raros, locos o desechos sociales.

Aboguemos por el bohemio que fiel a si mismo vive en la más cuerda locura; por el marginado que sin miedo a la soledad se abre a la universalidad de sus anhelos; por el hippy que reniega de la opulencia para vivir en la más enriquecedora pobreza de lo natural.

A partir de ahora comencemos nuestra propia metamorfosis para renacer cual crisálida abierta a un nuevo mundo, sin despreciar lo vivido.

Por cierto, no os apresuréis a llamarme plagiador, que ya lo digo yo. Esta reflexión de hoy podemos verla muy bien representada en la "Metamorfosis" de Franz Kafka, aunque algunos se empeñen en considerarla una obra resultada de un Kafka desquiciado por el desamor.

viernes, 16 de abril de 2010

Sociedad del bienestar


Cada vez me pierdo más en el entramado por el que discurre el camino hacia la sociedad de bienestar en la que el tiempo de ocio asume uno de los principales sectores de este nuevo estilo de vida de los países desarrollados. No logro comprender que, para disfrutar de ese preciado tiempo de ocio, necesitemos ser cada vez más esclavos de horarios, más dependientes de sistemas laborales que por su fracaso nos hacen apostarlo todo al juego de la ruleta rusa a cambio de un mísero sueldo o más obedientes a lo que nos dictan las agresivas campañas publicitarias. Esclavos de la delincuencia callejera y gubernamental que nos humillan obligándonos a construir cárceles disfrazadas de vivienda y a mendigar empleo para ofrecer una vida digna a nuestras familias. Esclavos de drogas que nos anulan como seres humanos para convertirnos en piltrafas que enriquecen la podredumbre de algunos miserables.
No acaba de convencerme esta nueva sociedad de bienestar. Me temo que el sistema que se está utilizando favorece a unos muy pocos a costa de aplastar a muy muchos.
Tampoco acaba de convencerme que lo que mal llamamos calidad de vida sea traducción de consumismo salvaje.
Creo que ha llegado el momento, al menos para mí, de intentar empezar un nuevo camino lejos de señalizaciones guía; lejos de cánones establecidos a conveniencia de unos pocos; lejos de esclavitudes; lejos de todo lo que suponga bien a costa de mal. Por supuesto, en la medida que mi exagerada cobardía me lo permita.

jueves, 8 de abril de 2010

Cubismo de Picasso


Nunca he sido apasionado de aquel arte que necesite de un título para explicarlo, y que a pesar de ello su apreciación y disfrute me provocan una pobre impresión, que es la que la obra en cuestión me transmite. Pero, sí he sido lo suficientemente curioso como para buscar explicación a ese arte que me produce desconcierto por su antagonismo con el realismo.

Hace unos días, por fín, tuve la oportunidad de visitar la Casa-Museo de Picasso. A pesar de que me lo venía oliendo e intenté poner toda mi atención y comprensión para admirar las obras que con mucho esfuerzo e imaginación debería interpretar, terminé acelerando la visita por ser incapaz de continuar haciendo el paripé de disfrutar admirando obras que lo único que me provocaban era aburrimiento.

Al salir del museo no pude por menos que sentir vergüenza de mi ignorancia por ser incapaz de interpretar a un gran genio de nuestra Tierra como ha sido el malagueño, Pablo Ruiz Picasso.

Unos días después, y con motivo de la reciente pérdida de Miguel Delibes, me traje de la biblioteca dos grandes obras literarias de este magnífico escritor: Cinco horas con Mario y Los Santos Inocentes.

¿Que les puedo decir de estas dos grandes obras ...

No hay la más mínima duda sobre mi burro bagage cultural, por lo que está debidamente justificado la pobre apreciación que hago sobre el arte abstrasto. Y, por ello, con la única intención de aprender algo de esta reflexión he decidido buscar respuesta a las siguientes preguntas:

¿Quíen decide sobre la valoración del arte abstrasto para encumbrar de genio a su autor o tildarlo de estúpido?

Por otra parte, si existen pautas para la apreciación del arte, ¿por qué los expertos en la materia no son capaces de diferencias un auténtico lienzo abstracto de un lienzo manchado por las manos de un niño?

Espero vuestras respuestas.