sábado, 25 de diciembre de 2010

24 de diciembre. ¿Nochebuena..?


El badajo volvía a golpear la campana del reloj del Ayuntamiento ocho veces consecutivas. Esta segunda vez incluso pareciera que lo hiciera con más fuerza, como si quisiera insistir en su mensaje horario. Ya, casi con la calle desierta, salía Solitario de la tasca. Como de costumbre, o como de necesidad, el alcohol que corría por sus venas lo hacía tambalearse. No era un andar torpe y zigzagueante, todo lo contrario. Los vaivenes, aunque escandalosos, eran hábilmente controlados por Solitario. Tal era la frecuencia con la que exhibía su adicción al alcohol que lo inusual era verle sobrio. Seguramente se dirigía al amparo de su casa vacía de familia, vacía de ilusiones futuras, a rebosar de un presente de soledad. Lo miré fijamente mientras Solitario, absorto a la festividad que se celebraba, se rebuscaba en los bolsillos la llave de la puerta. La introdujo en la cerradura sin muchos intentos y entró a su particular hogar. Después…
Mientras yo seguía camino de mi casa, antiguo lugar de residencia, un cierto pesar me corroía la conciencia. Sabía que esta noche Solitario no comería caliente, ni las golosinas rebozarían en su mesa, ni nadie lo abrazaría… Para Solitario esta Nochebuena era una más de las que se sucedían todos y cada uno de los días del año. Seguramente, lo único que habría sido esta noche diferente para él sería la hora de regreso por haber sido invitado a salir del bar con antelación a lo habitual. Y, mañana, cuando se levante, no festejará la Navidad, porque él volverá a amanecer en el día de Nochebuena. Y así al día siguiente, y al siguiente, y …

Esta noche he comprendido que no todos nos guiamos por el mismo calendario. Que no todos pasarán una noche al calor de la lumbre empachados de turrones y amor. Que lo que algunos llaman Espíritu de la Navidad se sucede a lo largo de todo el año. Que Solitario, mucho me temo, no está sólo.

Amigos, buenas noches. ¡Ah!, por favor, dejemos la hipocresía de estas fiestas y abramos los ojos a la verdadera felicidad: “Solidaridad con los Solitarios, con los Hambrientos, con los Sintecho…”

viernes, 17 de diciembre de 2010

Cuentos de Navidad...


... el día había sido agotador. Bajo los helados cielos grises, que no cesaron de descargar torrenciales lloviznas emocionales, cualquiera se agotaría. Hube de ingerir algo de alimento antes de desparramarme sobre el sillón cuan guerrero que reposa tras la batalla finalizada. Y, sin darme cuenta, fui desconectando las emociones, los sentidos y hasta el trepidante latir de mi corazón estresado. Al final me rendí al sueño y me quedé dormido. Poco después me desperté, pero en la realidad de una ensoñación. Sin embargo, aún estando sumido en una ilusión, era plenamente consciente de que estaba soñando. Me hallaba sentado en mi viejo sillón. Tranquilo, muy tranquilo. Sólo, completamente sólo. Aún sin poderme ver, me sentía viejo, desgastado, cerca del fin. Presentía que tras la noche llegaría la alborada que ya nunca finalizaría. Después, no más ciclos, no más procesos, no más finales… Y entonces rebobiné mi memoria para volver a sentir aquellos años jóvenes saltando y jugando feliz, henchido del amor de mi progenie. Paladeé el sabor dulce de los triunfos de mi adolescencia, reverdeció en mí el ardor de los incipientes escarceos amorosos de juventud. Imágenes y momentos de familiares y amigos afloraban desde los recovecos de un corazón desangelado por la frialdad del crudo invierno de los muchos años vividos… y aquellas visiones se fueron diluyendo hasta que abrí los ojos para precipitarme sobre una realidad oscura y silenciosa. Ahora estaba totalmente despierto pero manteniendo el mismo estado de unos momentos antes. Miré el reloj y tres horas había durado aquel viaje de irrealidad tangible, de sueños presentes, de concierto en el aturdimiento. Me senté y recapacité sobre lo sucedido. Y me di cuenta que un espíritu me había venido a visitar para recordarme que debía vivir con la conciencia del verdadero aprovechamiento de la mortalidad. Que las otras opciones tan sólo hacen impregnarnos de ese hollín que nos ciega el camino hacia lo correcto. Ahora, que amanece para crepuscular, doy gracias a ese espíritu extravertido que todos llevamos dentro.
Felices Fiestas.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Operación Galgo. ¡¿Culpables...?!


En estos últimos años la justicia se ha unido a los controles antidopajes, por fin, para descubrir la estafa en el deporte. En la prensa más rigurosa, sobre todo en la sensacionalista, se pueden leer titulares que tachan de fulleros, tramposos…, entre otros calificativos, a los pillados en la trampa. Después, estos ídolos del pueblo son derribados y condenados a la humillación pública y al ostracismo perpetuo. Y en este instante es dónde me hago varias preguntas: ¿son ellos los verdaderos culpables de tales delitos?. ¿Pudiera ser que estos delincuentes se hayan convertido en las verdaderas víctimas y sufridores del último eslabón de una degradada y decadente cadena del sistema?
Competimos en el colegio para obtener las mejores notas que nos den acceso a la carrera que deseamos…competimos en la carretera para llegar antes… y competimos y competimos. El propio sistema nos obliga a competir continuamente en cada oposición a la que debemos concurrir para obtener un puesto de trabajo. Después de todo sólo los primeros reciben el premio. Los últimos no tendrán nada, ni premios ni aplausos ni honores.
Si nos centramos en el mundo del deporte, en la mayoría de los casos, sólo la victoria consagra a un monitor o entrenador en su puesto de trabajo. Sólo la victoria parece justificar el gasto que los padres dedican a la práctica deportiva de sus hijos. E incluso las instituciones destinan suculentos presupuestos a los planes dedicados al deporte de élite, pero a penas los hay, y los que hay son ridículos, a proyectos cuyos objetivos se fijan en utilizar el deporte como medio educador en zonas marginales o desfavorecidas.
Dicho lo cual, vuelvo a hacerme otras nuevas preguntas: ¿la necesidad de comer justifica el robo de alimento del hambriento? ¿No tenemos todos el derecho y la obligación de buscar lo mejor para nosotros mismos? De una manera u otra todos queremos triunfar en la vida, y para ello sólo nos sirve la victoria.

Supongo que en estos días estamos sufriendo decepciones que nos harán más incrédulos en próximos triunfos. Pero debemos sobreponernos a ello porque la lucha contra el doping es necesaria. Sólo así la actividad física y deportiva seguirá creciendo sin desviarse de los verdaderos valores que la deben abanderar. El camino es largo y sólo acaba de dar sus primeros pasos.

jueves, 9 de diciembre de 2010

El furor de la naturaleza


Durante todo el miércoles estuvo lloviendo sobre mojado. Fuertes ráfagas de viento ayudaban imprudentemente al agua de lluvia a fisgonear por los lugares más íntimos de los hogares. A la caída de la tarde, la falta de luz solar y artificial favorecía todo un espectáculo de luz y sonido de una tormenta de las de a tener en cuenta. En el pensamiento, la preocupación por nuestros vecinos palmeños, ecijanos y loreños que veían subir el nivel de las aguas que ya cubrían parte de sus calles y casas. En el sentimiento, la tranquilidad de una más que improbable posibilidad de sufrir inundaciones en un pueblo colgado de los cerros. De repente la lluvia se hizo torrencial y más de treinta litros de agua cayeron sobre Hornachuelos, como tirados desde inmensos cubos de agua, durante no más de seis minutos. Las mismas calles empinadas que drenaban rápidamente el agua caída, se convirtieron en peligrosos torrentes que a su paso arrasaron parte del mobiliario urbano y algunos edificios que no pudieron contener tal volumen de agua. Y mientras los vecinos se afanaban en recuperar la tranquilidad, el embalse del Bembézar vomitaba caudal suficiente como para provocar el desbordamiento del Bembézar y Guadalora, e inundar toda la zona de sus desembocaduras sobre un Guadalquivir henchido de nostálgica grandeza.
La naturaleza nos ha vuelto a recordar que, el ser humano, con toda su inteligencia y capacidad para controlar cuanto nos rodea, sigue siendo un pelele cuando se enfrenta al furor de la naturaleza.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Aún podemos desandar el camino


Esta noche la insistente niebla vuelve a ocultar la belleza del paisaje. Durante el día la creciente crisis de valores, económica o de sistema se hace insoportable para la fragilidad humana que ha alcanzado el estado de bienestar y se niega a mirar hacia atrás. Todos andamos preocupados por un futuro inestable que amenaza con hacernos perder el trabajo. Por consecuencia, nos veremos obligados a suprimir las ansiadas vacaciones y endurecer las salidas ociosas a bares, cines o restaurantes. Quizás, hasta abocarnos a la austeridad en los continuos excesos que tan perjudiciales son para nuestra salud física y psíquica. Pero no debemos tener miedo al receso del bienestar, porque su necesaria dosificación nos hará recuperar la dosis apropiada de medicina que nos libere de la bulimia consumista que tanto daño nos hace.