En estos últimos años la justicia se ha unido a los controles antidopajes, por fin, para descubrir la estafa en el deporte. En la prensa más rigurosa, sobre todo en la sensacionalista, se pueden leer titulares que tachan de fulleros, tramposos…, entre otros calificativos, a los pillados en la trampa. Después, estos ídolos del pueblo son derribados y condenados a la humillación pública y al ostracismo perpetuo. Y en este instante es dónde me hago varias preguntas: ¿son ellos los verdaderos culpables de tales delitos?. ¿Pudiera ser que estos delincuentes se hayan convertido en las verdaderas víctimas y sufridores del último eslabón de una degradada y decadente cadena del sistema?
Competimos en el colegio para obtener las mejores notas que nos den acceso a la carrera que deseamos…competimos en la carretera para llegar antes… y competimos y competimos. El propio sistema nos obliga a competir continuamente en cada oposición a la que debemos concurrir para obtener un puesto de trabajo. Después de todo sólo los primeros reciben el premio. Los últimos no tendrán nada, ni premios ni aplausos ni honores.
Si nos centramos en el mundo del deporte, en la mayoría de los casos, sólo la victoria consagra a un monitor o entrenador en su puesto de trabajo. Sólo la victoria parece justificar el gasto que los padres dedican a la práctica deportiva de sus hijos. E incluso las instituciones destinan suculentos presupuestos a los planes dedicados al deporte de élite, pero a penas los hay, y los que hay son ridículos, a proyectos cuyos objetivos se fijan en utilizar el deporte como medio educador en zonas marginales o desfavorecidas.
Dicho lo cual, vuelvo a hacerme otras nuevas preguntas: ¿la necesidad de comer justifica el robo de alimento del hambriento? ¿No tenemos todos el derecho y la obligación de buscar lo mejor para nosotros mismos? De una manera u otra todos queremos triunfar en la vida, y para ello sólo nos sirve la victoria.
Supongo que en estos días estamos sufriendo decepciones que nos harán más incrédulos en próximos triunfos. Pero debemos sobreponernos a ello porque la lucha contra el doping es necesaria. Sólo así la actividad física y deportiva seguirá creciendo sin desviarse de los verdaderos valores que la deben abanderar. El camino es largo y sólo acaba de dar sus primeros pasos.
Competimos en el colegio para obtener las mejores notas que nos den acceso a la carrera que deseamos…competimos en la carretera para llegar antes… y competimos y competimos. El propio sistema nos obliga a competir continuamente en cada oposición a la que debemos concurrir para obtener un puesto de trabajo. Después de todo sólo los primeros reciben el premio. Los últimos no tendrán nada, ni premios ni aplausos ni honores.
Si nos centramos en el mundo del deporte, en la mayoría de los casos, sólo la victoria consagra a un monitor o entrenador en su puesto de trabajo. Sólo la victoria parece justificar el gasto que los padres dedican a la práctica deportiva de sus hijos. E incluso las instituciones destinan suculentos presupuestos a los planes dedicados al deporte de élite, pero a penas los hay, y los que hay son ridículos, a proyectos cuyos objetivos se fijan en utilizar el deporte como medio educador en zonas marginales o desfavorecidas.
Dicho lo cual, vuelvo a hacerme otras nuevas preguntas: ¿la necesidad de comer justifica el robo de alimento del hambriento? ¿No tenemos todos el derecho y la obligación de buscar lo mejor para nosotros mismos? De una manera u otra todos queremos triunfar en la vida, y para ello sólo nos sirve la victoria.
Supongo que en estos días estamos sufriendo decepciones que nos harán más incrédulos en próximos triunfos. Pero debemos sobreponernos a ello porque la lucha contra el doping es necesaria. Sólo así la actividad física y deportiva seguirá creciendo sin desviarse de los verdaderos valores que la deben abanderar. El camino es largo y sólo acaba de dar sus primeros pasos.
Una profesional de la medicina deportiva afirma que casi todos los deportistas de elite se dopan. Cuando aparece una sustancia dopante a la vez se descubre la que la camuflará en los analisis. Es cuestión de tener dinero para comprarla. Por lo que se estará a salvo de la justicia si se tiene dinero para el fraude. Cuanto más sofisticada la sustancia tapadera más cara. Un bucle.
ResponderEliminarComo casi siempre en la vida todo es DINERO.
Cada dia nos acostamos con una nueva decepción.
¿Como no ser incrédulos?
Que se lo pregunten al pueblo saharaui.
UN SALUDO
Una cosa está clara, todos queremos ver como se bajan unas centésimas en los 100 metros, cómo se nadan los 100 metros en menos tiempo, y todo eso sumado a la presión de la prensa y a las recompensas económicas que, no nos engañemos, es lo que les hace caer (por ejemplo "Golden League") en la necesidad de la "ayudita extra".
ResponderEliminarPor otra parte, en el ciclismo, las organizaciones hacen cada vez más difíciles las carreras, las etapas más largas, los puertos más difíciles, etc. con lo que los cuerpos humanos no podrían jamás, así que se recurre a la "ayudita".
Y no nos olvidemos del fútbol, un cuerpo humano por mucha preparación física que tenga y mucho que se cuide no aguanta 80 partidos al año que juegan los futbolistas de élite, entre liga, copa, champions, selección nacional, etc. Lo que pasa es que hay muchos intereses económicos alrededor del fútbol y no interesa que se sepan ciertas cosas, pero si se hicieran controles más exhaustivos en España, ¡cuántas sorpresas nos llevaríamos! Recientemente ha dicho José María García poniendo como ejemplo que Guardiola en su época de jugador, pasó todos lo controles españoles de forma inmaculada, cerca de 30 y el primero que pasó en Italia dio positivo, el que quiera hilar que hile.
También tendríamos que preguntarnos qué pasaría si se presentaran los "vampiros" en el hotel de concentración del Real Madrid o el Barça a las 4:00 a.m. antes de la final de Champions (por ejemplo) para hacer controles sorpresa, ¿qué pasaría? Pues eso le hacen a los ciclistas en el Tour, por poner un ejemplo.
Un abrazo.
Es indudable que el concepto de rebasar los máximos provoca el éxtasis del graderío. Los medios de comunicación necesitan el sensacionalismo de los récord. Las organizaciones necesitan gestionar marcas para rentabilizar las fuertes inversiones. Por otra parte, está claro que el –todavía más- ha resultado gracias a la mejora alimenticia, de instalaciones, de entrenadores y de dedicación de los deportista. Pero nadie va a negar que estamos muy próximos al tope. Y ahí es donde aparece el doping. Para seguir mejorando por encima de ese umbral máximo y hacer que esas marcas humanas se asemejen a marcas mecánicas. Pero, aunque hemos subido de piso, siempre habrá una azotea que detenga el ascensor. Y, entonces, qué pasará. Ya no habrá espectáculo, ni emoción en la grada ni negocio en los medios de comunicación ni …
ResponderEliminarQuizá la emoción de la competición no consista en asistir al circo para ver qué gladiador sobrevive a los leones. A lo mejor ha llegado el momento de cambiar conceptos y seguir disfrutando de una competición con nuevos cánones de victoria.
Cada día más me interesa la parte lúdica del deporte, y cada vez menos la estrictamente competitiva. Quizás la edad esté influyendo decididamente en este cambio de expectativas. Yo creo que sí. Cuando era más jovencito me interesaba muchísimo más la parte competitiva. En la vida normal es necesario un mínimo nivel de estrés -cargado de adrenalina- para que realicemos nuestras actividades diarias con cierto grado de exigencia. Pues bien, en el deporte esta adrenalina es comparable a la competición: Hay que competir para conseguir unos niveles aceptables en la disciplina deportiva que practiques. El problema de la competición es como el del estrés, que unos niveles óptimos son necesarios para alcanzar las metas, pero unos niveles excesivos son claramente contraproducentes. Entonces, ¿dónde está el quid de la cuestión? Ni los psicólogos ni los entrenadores lo conocen. Aunque cada maestrillo tiene su librillo. Y, en ocasiones, el exceso en el mundo deportivo está ligado al fenómeno del doping, esto es, doblemente contraproducente.
ResponderEliminar¡Un saludo!