
Incrustado en la oscuridad anónima de la noche sin luna, miro al este y diviso entre la tierra y el cielo la franja multicolor que anuncia un nuevo amanecer. Y con el despertar del día la incertidumbre de lo bueno y lo malo que nos depare el destino. La radiante luz del sol adivinará los enigmas de la noche y todo volverá a su sitio, que no al lugar que le corresponde. La miseria se volverá a instalar en el barrio de la injusticia; el poder en manos del abusador; la cordura en el desván del olvido. Dentro de unos minutos los noctámbulos soñadores se perderán en el sin sentido para dar paso a los diurnos escépticos empeñados en sí mismos.
A lo mejor esta reflexión ha cruzado en exceso las postrimerías de la media noche y por eso se le descolore la lógica para pintarse de absurdo. Será mejor dejar de pensar hasta que la oscuridad nos devuelva la paradójica clarividencia del loco que, aunque absurda, a muchos calma la inquietud de espíritu.
Amaneció y, como la mayoría de los noctámbulos, me dispongo a acostarme, si no en cuerpo, sí en pensamiento, consecuencia de esta vida vampiresca que como la nube roja-pasión al amanecer, se vuelve amarillenta-hirsuta conforme pasa el día, para acabar blanca-insulsa antes de revitalizarse a la llegada del crepúsculo
A lo mejor esta reflexión ha cruzado en exceso las postrimerías de la media noche y por eso se le descolore la lógica para pintarse de absurdo. Será mejor dejar de pensar hasta que la oscuridad nos devuelva la paradójica clarividencia del loco que, aunque absurda, a muchos calma la inquietud de espíritu.
Amaneció y, como la mayoría de los noctámbulos, me dispongo a acostarme, si no en cuerpo, sí en pensamiento, consecuencia de esta vida vampiresca que como la nube roja-pasión al amanecer, se vuelve amarillenta-hirsuta conforme pasa el día, para acabar blanca-insulsa antes de revitalizarse a la llegada del crepúsculo