lunes, 10 de enero de 2011

Perdimos el romanticismo


El sábado me calcé las botas de libertad, llené mi mochila de ilusión y me dispuse a seguir haciendo camino. Necesitaba recorrer los senderos que traerían a mi memoria los lejanos y casi olvidados inicios. Andar por tierras eremíticas que me ayudasen a la reflexión. Fundirme en la naturaleza para sustraer de ella el mineral de vida.
Y escogí subir por la margen derecha del Bembézar. Dirección a la Fuente de Los Tres Caños. Camino del Seminario. Rebordeando el río que paradójicamente se encuentra inusualmente debilitado, pese a las abundantes lluvias caídas. Rivera de profundos recodos, que en ocasiones dificultaron penosos rescates, que ahora se exhiben impúdicamente yermos de existencia. A lo lejos el agua, de excelsa turbidez, que ciega la paciencia del resignado pescador. En la orilla el viejo torreón del molino que de repente ha perdido su única justificación, allí desubicado en el desierto.
Y mientras sigo caminando, el árbol, que tantos años atrás se ahogó, resurge momificado, con fortalecido aspecto, pero muerto. Los insignificantes regueros, ahora fuertes corrientes que brincan de roca en roca indisciplinadas al minúsculo cauce. En el gris cielo los buitres juguetean con el viento alardeando de la magnificencia de sus vuelos. Bajo ellos, el destartalado Seminario que se empeña en recuperar, lentamente, el esplendor romántico que cautivó al Duque de Rivas.
Después de refrescarme en la Fuente y permanecer más de media hora absorto divisando otro nuevo mundo desde aquel balcón al Bembézar, inicié el camino de regreso. Y fue entonces cuando comprendí que la naturaleza siempre subsistirá porque nunca se ha dejado, ni se dejará, arrebatar sus propios biorritmos. En cambio, nosotros, hemos caído en los sistemas estereotipados que nos ahogan en las absurdas carestías de lo innecesario. Debemos recuperar ese romanticismo que nos haga romper con las reglas preestablecidas para volver a sentir y concebir la necesidad de fundirnos en una perfecta armonía con la naturaleza. Insurrección a la Forza del Destino.

4 comentarios:

  1. MUY BUENA REFLEXIÓN RAFA.
    Y HACIENDO OTRA REFERENTE A AQUELLA ÉPOCA TAN FANTÁSTICA COMO FUÉ EL ROMANTICISMO, CITARÉ UNA ELEGÍA QUE ESCRIBIERON AL "EMPECINADO", UN HÉROE DE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA Y VÍCTIMA DEL ABSOLUTISMO, CONTRA EL QUE LUCHARON Y MURIERON MUCHOS DE AQUELLOS INTELECTUALES Y GUERRILLEROS ROMÁNTICOS.:
    "LA COMÚN SUERTE DE LOS GRANDES HOMBRES, ES LA DE SER PERSEGUIDOS.
    NINGUNO DE ELLOS HA DEJADO DE LUCHAR CONTRA LA RIVALIDAD, LA ENVIDIA Y LA CALUMNIA".
    TENLO SIEMPRE PRESENTE. UN ABRAZO

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  2. El Cuervo ha llegado esta tarde. Confirmado.

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  3. Sin duda alguna, el espíritu del romanticismo permanece inalterado en el escarpado paisaje de la montaña de los Ángeles. Cada vez que lo visito -cada vez menos y menos aún de lo que haya querido- lo presiento, lo tacto, noto la extraña presencia vaga de ese antiguo espíritu romántico. Y se me hincha el alma con sólo mirarlo. ¡Si hasta el aire huele distinto! ¡Qué suerte la nuestra de haberlo vivido! Ese paraje tiene algo diferente. Sin duda...magia del Romanticismo.

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  4. Miguel Delibes escribió El Camino. En él tres amigos de la infancia, Daniel el Mochuelo, Roque el Moñigo y Germán el Tiñoso recorren los campos de su aldea de aventura en aventura.
    La imaginación me hace evocar las expediciones que realizabamos al Seminario.
    No necesariamente seguiamos el sendero que bordea el rio. A menudo para llegar a la meta surcabamos campo a través buscando el camino mas corto.
    Después de un largo paréntesis retomo el camino.
    Al volver sobre los pasos que hace más de treinta años recorrí, siento NOSTAGIA.
    Recordando el encanto y la fascinación con la que subíamos el angosto sendero, sintiendo que esos momentos se nos escaparon entre los dedos.
    Algo tiene ese camino... que te reclama volver.
    Un saludo.

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