Anoche soñé que era artesano del barro. Me producía una enorme satisfacción moldear mi vida para hacerla perfecta al momento. Siempre haciendo girar el torno para remodelar una y otra vez mis comportamientos, mis errores, mis cansancios… Entre ilusiones disfrazadas de quimeras y esperanzas diluidas en brumas de realidad desperté. Me levanté, me abrigué y salí a la terraza. Amanecía. Levantando los brazos hacia el cielo me di un baño de frío rocío para despejar mi mente, aún aturdida por el sueño. Ahora, bien despierto, me senté y apoyé los pies en el suelo para seguir soñando…
Querido amigo E., nunca dejes de soñar. Sé perseverante en la búsqueda y, sobre todo, no te conformes sólo con la satisfacción del objetivo conseguido, disfruta también haciendo el camino.
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