martes, 3 de agosto de 2010

Vidas quijotescas


¿Don Quijote no era un caballero ni Rocinante buena montura..? ¿Sancho no era escudero ni Dulcinea la dama de la triste figura..?
Siempre he intentado comprender el significado que Miguel de Cervantes escondió bajo su novela “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”. Y hace unas noches, sentando con un buen amigo, con el que compartía mil y una batallas de las que a diario nos vemos obligados a librar, pude comprender el verdadero mensaje que Miguel de Cervantes podría haber camuflado tras las andanzas del ingenioso Hidalgo.
Una misma realidad, común a todos, se adapta a cada individuo según su propia apreciación. A partir de esa circunstancia personal, cada cual se verá arrastrado hacia la belleza de su Dulcinea o, por el contrario, deberá encarnizar fiera batalla contra sus propios gigantes.

-Y en verdad te digo, Amigo, que esta noche velaré armas para mañana ser armado caballero. Y, como el caballero de la triste figura, a lomos de Rocinante me enfrentaré contra los gigantes seguro de mi hazaña y sin miedo a las opiniones burlescas de los que no pueden ver más allá de vulgares molinos de viento. No busco ínsulas algunas, sino la grandeza de la victoria o la sabiduría de la derrota.

Querido Amigo, mejor loco hidalgo que cuerdo sirviente de la prudencia.

1 comentario:

  1. "En verdad os digo, mi señor, que aquello que viera en lontananza, en mi rudo entender, no parecen Gigantes, sino molinos de viento". Entonces, ¿qué son simples molinos de viento o aterradores Gigantes? He aquí las enseñanzas de la vida. He aquí las decisiones del camino. Y a veces sólo son sus sombras. O lo aparentan.

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