lunes, 4 de octubre de 2010

Verdugos y víctimas


Esta noche no voy a escribir sobre la discriminación de sexos. Tampoco voy a escribir sobre la tiranía que algunos gobiernos ejercen sobre sus naciones. Mucho menos de creencias religiosas, laicas o agnósticas.
Sentado en la confortabilidad de un sistema democrático, suficientemente garantizado, intento divisar el horizonte que se difumina entre las calinas que se desprenden de la miseria humana…Y me pregunto hasta qué punto nosotros somos responsables de las vejaciones que los seres humanos cometemos con nosotros mismos.
Cuando en alguna parte del mundo se prepara un ajusticiamiento aplicando la pena capital, todos nos convertimos en verdugos y víctimas. O, lo que es peor, mientras los que llamamos el tercer mundo permanecen inmovilizados por las cadenas del hambre y la miseria, los demás permanecemos ciegamente pasivos con los ojos vendados por la opulencia y el confort. Los remordimientos los purificamos con unos golpes en el pecho delante del televisor a la hora del noticiario.
Me temo que cuando una soga vuelva a estrechar un cuello, a lo que realmente estará estrangulando será al sistema. La caída hacia el desnucamiento del falso reo luxará los huesos de una columna vertebral cada vez más débil para sostener la supervivencia humana. Finalmente el cuerpo se retorcerá entre espasmos que precederán a los últimos estertores. El último y despreciable hálito de vida proporcionará un sentimiento desesperado al moribundo Después, muerte; su muerte; nuestra muerte. Principio del final.

No a la condena a muerte de Sakineh Mohammadi. Sí a un juicio con garantías de verdadera justicia.

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