lunes, 22 de marzo de 2010

A fuerza de necesidad...



Un pequeño, de apenas una década cumplida, se ha instalado junto a su familia en nuestra comunidad, no creo que pasen dos años desde su llegada. Tan pequeño y chapurreando escasamente el castellano ha tenido que enfrentarse a los grandes obstáculos que los inmigrantes venidos del este deben soportar por ser etiquetados con el símbolo de la desconfianza por los que vivimos en una sociedad más próspera que la suya: el rechazo de niños de su edad, la marginación de adultos, la terrible comparación con la calidad de vida que los demás llevan con respecto a él, etc…
Pasado no mucho tiempo, el pequeño domina el castellano perfectamente manejándolo con la misma soltura que el resto de los niños. Utiliza las palabras, los gestos y cuantas artes interpretativas conoce para conseguir, de los mayores, sus propósitos. Mientras juega con el resto de los niños hace referencia al trato que mantiene con los entrenadores, monitores, etc., para hacerse valer exhibiendo sus valías frente a las abundantes pertenencias de los demás niños. En fin, que el chico ha desarrollado sobradamente sus habilidades sociabilizadoras para hacerse autosuficiente en su integración.

Ahora bien, mi pregunta es la siguiente: Si este pequeño termina por integrarse de manera definitiva, ¿irá mermando la astucia que ha desarrollado para llegar hasta este punto?.

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