viernes, 12 de marzo de 2010

La soledad del individuo


Frías e interminables noches de hospital rezando, pidiendo, desesperando por regresar a casa todos juntos, te hace nacer de dentro la desesperación que te lleva a la soledad.
El amplio dispositivo de búsqueda para devolver sano y a salvo al hijo que lloran unos padres desechos en lágrimas de dolor y desconsuelo, se derrumba al conseguir alcanzar su objetivo llevando en brazos el cuerpo sin vida del pequeño. Entonces la impotencia reverbera en tu interior y vuelves a sentirte solo en medio de la multitud.
El diagnóstico asesino, la pérdida del puesto de trabajo y tantas y tantas situaciones de la vida nos recuerdan a menudo que el individuo está sólo, no importa en la comunidad que vivas ni los demás individuos de los que te rodees. Y, llegado el momento, sólo nos tendremos a nosotros mismos. Por ello, debemos intentar fortalecer nuestras defensas para salvaguardar nuestro bien más preciado, la vida.
Forjar férreos guerreros será tarea difícil porque el proceso de preparación del gladiador nunca se inició por la confortabilidad del superproteccionismo paternal, ni de un sistema educativo permisible hasta coartar las funciones del educador, ni de sociedades que dictan valores de conveniencia a favor de unos pocos, ni…ni…ni…
Todo individuo llegará a ese momento de soledad y entonces…

4 comentarios:

  1. RAFA, TE VEO MUY OSCURO EN ÉSTE COMENTARIO.
    TAMBIÉN VEO REFLEJADOS EN ÉL CIERTOS EPISODIOS OCURRIDOS EN HORNACHUELOS, PERO DEBEMOS DE TENER EN CUENTA QUE LA SOLEDAD, APARTE DE FÍSICA, PUEDE SER UN ESTADO DEL ÁNIMO.
    HAY QUE TENER EN CUENTA QUE, AUNQUE DIGAN QUE NACEMOS Y VIVIMOS SOLOS, SIEMPRE HAY ALGUIEN A NUESTRO LADO DISPUESTO A AYUDARNOS EN LA PELEA DIARIA.
    CIERTO QUE HAY SITUACIONES INSOSTENIBLES, PERO AL MARGEN DE ELLAS NO HAY QUE DESANIMARSE.
    RECUERDA TODO LO QUE HABLAMOS.
    UN ABRAZO.

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  2. Amigo Carlos, algunas veces apoyo las reflexiones en experiencias vividas por mí, lo que puede dar impresión de que, en algunos casos, las personalizo, pero no es así. Sin negar que verdaderamente últimamente me hallo, con más frecuencia de lo normal, en las sendas del oscurantismo, sí te diré que la particular visión de la soledad del individuo es una postura vista desde la dureza del realismo, sin haber sido interferida por posturas pesimistas o de bajo estado de ánimo.
    Un fuerte abrazo mientras diviso a lo lejos la venida de la primavera que este año promete engalanar la Sierra como hacía tiempo no veíamos.

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  3. La soledad es un espanto. El sentimiento de sentirse solo es terrible. Un día y otro con el ánimo de soledad es como para volverse majareta. La soledad es una predisposición de ánimo, porque si nos fijamos bien siempre hay alguien o algo a nuestro alrededor. Sólo es necesario cambiar la percepción. Como las estrellas en una noche serena. Podemos caminar toda una vida bajo ellas y no percatarnos de su belleza. Con solo elevar la vista las contemplaremos. Esto no significa que los demás vayan a tomar las decisiones por uno mismo. ¡Qué horror! Mas bien quiere decir que, mal nos pese a algunos en algunos momentos, somos animales gregarios. Nos necesitamos los unos a los otros, aunque en algunos esta relación sea parasitaria -aún así es un tipo de relación-. La comunidad, la cultura, la sociedad en la que estamos inmersos da sentido a todo lo que hacemos, pensamos o decimos. Cuántas veces hemos estado en el mayor de los ostracimos y una simple llamada telefónica, o un encuentro con un viejo amigo, o una vaga conversación con un desconocido nos ha descongestionado la pena que llevábamos barruntando durante un largo tiempo. A veces, demasiado a menudo, la soledad nos la construimos a medida nosotros mismos. Tan a nuestra medida que puede llegar a ser nuestra mejor inquilina. Pero la soledad en exceso siempre es tóxica. Necesitamos el contacto de una sonrisa, la calidez de una conversación, un abrazo...necesitamos, sobre todo, sentirnos más humanos. Tenemos que salir a la calle y hablar con las personas a diario. Ahora recuerdo una frase de don Miguel Delibes: "Yo aprendí el lenguaje de la vieja Castilla saliendo a la calle y hablando con viejos desdentados". Pues eso, se aprende conversando, y a la vez espantamos la soledad o la arrinconamos por un momento.

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  4. No corras.
    Ve despacio.
    Que adonde tienes que ir
    es a ti mismo.

    Ve despacio.
    No corras.
    Que el niño de tu Yo,
    recién nacido eterno,
    no te puede seguir.

    Juan Ramón Jiménez.

    A veces... ¡Bendita Soledad...!

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