Hoy volvemos a ver el mercurio sobrepasar los 44º a la sombra. La Sierra, pese a mantener el verdor propio de finales de primavera, gracias a las abundantes lluvias con las que hemos sido obsequiados en el período estival, corre grave peligro de incendios. El abundante hierbazal podría actuar en cualquier momento como yesca y provocar una catástrofe ecológica y humana de la que difícilmente se recuperaría en muchos años. Los diferentes operativos que actuarían sobre el posible incendio permanecen alertados y expectantes a sabiendas que todos los años hay asegurada varias salidas.
¡Suena la emisora! Todo se pone en marcha. Un retén del INFOCA es helitransportado directamente a la línea de fuego para componer el primer frente contra el avance del incendio. Seguidamente despegan otros medios aéreos que esparcirán diferentes soluciones para asfixiar las llamas. Varios retenes más, transportados a vehículos, se desplazan por carretera junto a las Agrupaciones de Protección Civil y responsables de la Agencia de Medioambiente. A partir de aquí, se establece la coordinación entre los grupos y la estrategia a seguir. Y, ahora, sólo queda la extrema prudencia, las decisiones de los jefes de grupos acertadas y la esperanza de sofocar lo antes posible el fuego reduciendo al máximo las pérdidas ecológicas y económicas…
Hace un calor sofocante. El mono ignífugo me salva de ser devorado por las llamas pero me ahoga en mi propio sudor. El casco me incomoda la visión. Al menos me toca llevar la manguera que me hace sentir fuerte ante el avance de las llamas. La tierra a mi alrededor tiembla. Los compañeros que se afanan en golpear las llamas con los bate fuegos se ven ridículos ante gigantescas llamaradas que, aliadas con el fuerte viento, avanzan reduciendo a brasa cuanto se interpone en su camino. Ensordecidos por los chasquidos de la naturaleza prendida en llamas no escuchamos la sirena de la avioneta que avisa de la descarga aérea que pretende soltar en la misma zona que actúa el personal. Rápidamente al suelo, cabeza hacia abajo y protegida por los brazos para evitar que la fuerza del líquido al caer rompa un rama y la rama rompa nuestra cabeza. Este momento es increíble porque en cuestión de un par de segundos se deja de estar en el infierno gracias a una fuerte ráfaga de agua y viento que provoca momentáneamente un cese inmediato del calor y el ruido para, al levantar la cabeza, ver aplacada toda combustión. Aún queda mucho frente por extinguir pero ahora apagarlo sí lo cremos posible.
Horas después de mucho esfuerzo y tenacidad, el incendio se considera controlado y llega el momento de pasar a la segunda fase de refrescar la zona para evitar que alguna llama escondida bajo algún rescoldo vuelva a reavivar la catástrofe.
La policía científica, gracias a la videncia que proporciona ciertos detalles de la catástrofe, localiza rapidísimamente el lugar en el que se ha iniciado el incendio y comienza la investigación para localizar las causas del mismo.
Antes de recoger el material, echamos una última mirada atrás para desmoralizarnos con el desolador paisaje. Arboleda que necesitó de tantos años para crecer, ahora sólo son troncos quemados junto a algunos animalillos incinerados dibujando un cuadro de terror que representa un bodegón de muerte que invita a la desesperanza.
En nuestras cabezas la impotencia y la rabia de saber que algo de todos se ha quemado por el poco cuidado de algún desaprensivo o el funesto interés de algún desgraciado.
Lo único bueno que se puede sacar de esos infiernos artificiales es el gesto de generosidad gratuita de Pepe, Diéguez, Juan, Paco, los hermanos Ismael y Rafael, Valeriano y otros tantos que suben escarpadas laderas, insuflan generosidad y transmiten la esperanza de saber que incluso estando al borde del abismo siempre habrá alguien que desde el anonimato te tienda la mano para ayudarte.
Gracias.
¡Suena la emisora! Todo se pone en marcha. Un retén del INFOCA es helitransportado directamente a la línea de fuego para componer el primer frente contra el avance del incendio. Seguidamente despegan otros medios aéreos que esparcirán diferentes soluciones para asfixiar las llamas. Varios retenes más, transportados a vehículos, se desplazan por carretera junto a las Agrupaciones de Protección Civil y responsables de la Agencia de Medioambiente. A partir de aquí, se establece la coordinación entre los grupos y la estrategia a seguir. Y, ahora, sólo queda la extrema prudencia, las decisiones de los jefes de grupos acertadas y la esperanza de sofocar lo antes posible el fuego reduciendo al máximo las pérdidas ecológicas y económicas…
Hace un calor sofocante. El mono ignífugo me salva de ser devorado por las llamas pero me ahoga en mi propio sudor. El casco me incomoda la visión. Al menos me toca llevar la manguera que me hace sentir fuerte ante el avance de las llamas. La tierra a mi alrededor tiembla. Los compañeros que se afanan en golpear las llamas con los bate fuegos se ven ridículos ante gigantescas llamaradas que, aliadas con el fuerte viento, avanzan reduciendo a brasa cuanto se interpone en su camino. Ensordecidos por los chasquidos de la naturaleza prendida en llamas no escuchamos la sirena de la avioneta que avisa de la descarga aérea que pretende soltar en la misma zona que actúa el personal. Rápidamente al suelo, cabeza hacia abajo y protegida por los brazos para evitar que la fuerza del líquido al caer rompa un rama y la rama rompa nuestra cabeza. Este momento es increíble porque en cuestión de un par de segundos se deja de estar en el infierno gracias a una fuerte ráfaga de agua y viento que provoca momentáneamente un cese inmediato del calor y el ruido para, al levantar la cabeza, ver aplacada toda combustión. Aún queda mucho frente por extinguir pero ahora apagarlo sí lo cremos posible.
Horas después de mucho esfuerzo y tenacidad, el incendio se considera controlado y llega el momento de pasar a la segunda fase de refrescar la zona para evitar que alguna llama escondida bajo algún rescoldo vuelva a reavivar la catástrofe.
La policía científica, gracias a la videncia que proporciona ciertos detalles de la catástrofe, localiza rapidísimamente el lugar en el que se ha iniciado el incendio y comienza la investigación para localizar las causas del mismo.
Antes de recoger el material, echamos una última mirada atrás para desmoralizarnos con el desolador paisaje. Arboleda que necesitó de tantos años para crecer, ahora sólo son troncos quemados junto a algunos animalillos incinerados dibujando un cuadro de terror que representa un bodegón de muerte que invita a la desesperanza.
En nuestras cabezas la impotencia y la rabia de saber que algo de todos se ha quemado por el poco cuidado de algún desaprensivo o el funesto interés de algún desgraciado.
Lo único bueno que se puede sacar de esos infiernos artificiales es el gesto de generosidad gratuita de Pepe, Diéguez, Juan, Paco, los hermanos Ismael y Rafael, Valeriano y otros tantos que suben escarpadas laderas, insuflan generosidad y transmiten la esperanza de saber que incluso estando al borde del abismo siempre habrá alguien que desde el anonimato te tienda la mano para ayudarte.
Gracias.
Primo, ¿esto ha sido recientemente?
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola compañero, aprovechar estas líneas para agradecer la labor que se hace desde la AVPC de Hornachuelos y otras tantas. Son muchas las intervenciones y servicios que se realizan al cabo del año, y que en muchas ocasiones, he tenido la oportunidad de compartir horas de servicio contigo. La verdad que soy uno de los voluntarios que participa menos en este tipo de emergencia. Por eso alavo, la labor que haceis ya que arriesgais vuestras vidas de forma voluntaria. A seguir colaborando y ojala no haya que salir a emergencias de este tipo. Un saludo.
ResponderEliminarPrimo, este año aún no hemos tenidos un gran incendio, supongo que gracias a las tardías lluvias que han refrescado mucho la Sierra. Pero mucho me temo que en agosto sí los tendremos, y serán de cuidado por el gran pastizal crecido.
ResponderEliminarAmigo Alter, lo bonito de pertenecer a A.V.P.C. es que somos un grupo para todo, por lo que en cada servicio estamos todos presentes de una manera u otra.
ResponderEliminarTe envío un manguerazo de agua y mil saludos.
Amigo Rafa, ya sabes mi faceta, y por eso dedico unas palabrillas a esas personas que pertenecen a alguna A.V.P.C. y quisiera compartirla en tu blog, ya que tu eres voluntario de protección civil. Espero que os guste. Un saludo.
ResponderEliminarA los voluntarios de Protección Civil.
Personas voluntarias son,
Personas con dedicación,
Que emplean su tiempo libre
Para realizar una gran labor.
Organizados en agrupación,
Personas con formación,
Que están preparados
Para cualquier situación.
En eventos y pruebas deportivas,
En emergencias y romerías,
Allí están para proteger vidas.
Seguid con entusiasmo e ilusión
Realizando esta gran labor,
Que se agradece de corazón.
Alter, si te parece bien, incluiré tu poesía en el blog de "Poesía Meloja".
ResponderEliminarA pesar de la gran cantidad de personas incredulas qe se afana en desanimar a gente con tanta fuerza de voluntad que arriesga su fisico desinteresadamente .Un solo comentario hace qe todos esos "yo sin cobrar no voy ni a por pipas" sean como esas molestas rafagas de viento calinte .GRACIAS de corazon compañero gente como tu hace sentirse orgulloso de ponerse el polo naranjilla y llenar la nevera de agua para intentar ser utiles donde sea.
ResponderEliminarEl Voluntariado es una forma de actuar en consecuencias a las nuevas ideologías que harán posible otra sociedad más igualitaria. Sé que es una utopía, pero al fin y al cabo un bonito sueño por el que luchar.
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