sábado, 12 de febrero de 2011

He jugado con lobos


El libro “He jugado con lobos” nos narra la experiencia de un joven muchacho que durante más de doce años sobrevivió en la sierra próxima a Cardeña. Sólo. Subsistiendo en un modo más próximo a la vida salvaje que a la civilizada. Integrándose de pleno en la comunicación con manadas de lobos y alimentándose sólo de aquello que la Madre Naturaleza ponía al alcance de sus manos. Hasta que alguien lo rescató para volverlo a integrar en la mal llamada civilización, para lo bueno, también para lo malo.
El autor de la obra, Gerardo Olivares, de profesión antropólogo, responde a la pregunta: -¿cualquier humano sería capaz de sobrevivir por sus propios medios? No. Por supuesto, generalizando, ya que este chico sí lo hizo. Pese a que el Hombre mantiene una continua adaptación al medio que le rodea, su excesivo apartamiento de la vida natural reduce a mínimas posibilidades la supervivencia lejos de la civilización-.
A raíz de la respuesta me surge la reflexión que la resumo en la siguiente pregunta: ¿ el Hombre camina hacia la evolución o, por el contrario, nos dejamos arrastrar por una vida fácil hacia la inevitable extinción..?

3 comentarios:

  1. Rafa, yo personalmente pienso que nos dirijomos hacia la evolución constante.
    si bien es cierto, los músculos que no se usan se acaban atrofiando, así que se hace necesario apartar "un poco" la sensación de bienestar de la actual sociedad, porque puede nuestros músculos no resistan al esfuerzo de una crisis como la actual. Y por desgracia se está viendo.
    Por otra parte, es muy antigua la creencia de que una gran nación o imperio surge de un estado semisalvaje, y tenemos constancia escrita en la historia del imperio romano (recordemos a Rómulo, Remo y la loba que los amamantó).
    Quizá aquella historia no fuera más que un farol de lo mucho que consiguieron partiendo de tan humilde y salvaje estado. Pero ahí está la historia para que juzgue.
    Veamos, juzquemos, y si somos capaces de aguantar, sigamos hacia adelante. un abrazo

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  2. Particularmente, esta reflexión me recuerda bastante al viejo aforismo de Jean-Jacques Rousseau: "El hombre es bueno por naturaleza". ¿O, más bien, es un lobo para el hombre y su entorno? Ahí está servida la dialéctica desde hace ya unas tres centurias. Aunque, quizás, yo me incline más bien por el postulado de que el hombre sea un ser adaptativo en continua evolución con el ambiente. No somos más que un puñado de genes adaptados por completo al ambiente: "Evolutionem decet homo". Y sólo eso. Al menos, así lo entiendo yo en este momento. Pero también creo que nosotros no somos nadie, siquiera para decidir en el firmamento sobre nuestra evolución o nuestra posible extinción. Y si lo hiciéramos, seguiríamos nuestros atávicos instintos de adaptarnos y conciliarnos lo mejor que pudiéramos o supiéramos a todo aquello que arribara conforme a unos dictámenes evolutivos, cercanos muy de tarde en tarde y dirigidos por Algo o Alguien de quien extrañamos todo. Y a algunos, hasta nos da miedo nombrarlo por desconocimiento, falta de valor o por impúdico descaro. En fin: ¿Evolución o extinción? Qué más da si ambos fenómenos somos incapaces de controlarlos. Qué más da si los designios son inescrutables. Qué más da...-¿o no?- si somos simplemente humanos. Aunque, sin ir más lejos, fue en este mismo foro evolutivo de reflexiones donde, por suerte, y hace bien poco, conseguimos entre todos evitar la masacre. Al menos durante un tiempo. Y esperando entre todos que se alargue y se alargue. Quizás esto haga que comprendamos algo, o nos ayude aún más a empujarnos al vacío de indolente dudas durante otros cien años. ¡Quizás! ¡Quién sabe! Desde luego, hoy no me encuentro con los suficientes ánimos ni con los necesarios redaños.
    ¡Saludos!

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