jueves, 24 de febrero de 2011

Palcomas. Del menosprecio a la dominación.

Llenábamos el Paseo de gritos mientras jugábamos a qué sé yo. En aquellos años incipientes, de cuerpos flacuchos y rostros imberbes. De pubertades reprimidas e inocencias maduras.
De repente, todos quedamos paralizados. Expectantes al nuevo inquilino que aparecía por las escaleras que daban a la sacristía de la parroquia. Grande, muy grande. Desgarbado, seguro que hambriento y débil. En cada movimiento parecía vaciarse de energía para derrumbarse sobre si mismo. Inmutable a todo lo que sucedía a su alrededor y dócil. Aquel podenco debía ser de aquellos a los que su “mejor amigo” había liberado tras años de vida fácil para esclavizarlo a la vida del vagabundo.
El cochambroso animal ni siquiera lograba atemorizar a unas jovencitas de gestos estudiados y vocabulario pedante que permanecían sentadas unos metros más allá.
Nadie podría haber presagiado el desenlace que hubimos de presencia a penas unos minutos más tarde…
-Ahí viene- dijo Vicente, con voz de pito. Y todos volvimos la cabeza hacia las escaleras de la calle de La Palmera para admirarla. Mujer joven, que no niña. De cabellos repeinados y gesto firme, como mostrando indiferencia a los que babeábamos en su presencia. Movimientos femeninos de pasos muy cortos. Echaba un pie tras de otro sin apenas tambalear el torso. Figura de porcelana de sangre caliente.
Fue tal el ensimismamiento de todos nosotros, que no llegamos a darnos cuenta de que aquel saco de huesos parecía haberse repuesto milagrosamente para recargarse de energía y correr hacia la joven. El perro, antes postrado en la antesala de la muerte, corría ahora con enorme vitalidad. Ya no parecía tan flacucho. El atributo sexual que lo clasificaba como macho, lo tenía bien visible y predispuesto a su uso. La dirección que tomaba el encelado perro estaba bien clara: la chica. Ésta, al verse venir el perro con intenciones deshonestas, emprendió la fuga abandonando de inmediato la compostura. Pero, a penas unos taconazos más allá fue alcanzada por el agresor y montada vulgarmente como si de una perra se tratase. La escena del perro y la chica era caricaturesca. Ella pedía auxilio mientras con las manos se tapaba la cara, supongo que imitando a los avestruces para, de esa forma, no ser reconocida y evitar el posterior bochorno. El animal arreaba a la chica “palcoma” mientras con la cabeza nos miraba dándonos la sensación de que se partía de risa mientras exhibía impúdicamente su larga lengua caída hacia un lado. Y así se alargó la escena hasta que pudimos reaccionar para liberar a la chica de su agresor. La chica huyó en dirección a la vergüenza y el animal permaneció en el Paseo para incomodarnos durante toda la tarde. El incomodo tardó bastante en replegarse y dejar de amenazar nuestro honor viril.
En sucesivos días, Palcomas, que así lo habíamos nombrado, siguió agrediendo a chicas y chicos que sucumbían a la fortaleza de aquel desgarbado animal.

7 comentarios:

  1. Vaya memoria que tienes Rafa. Ya han pasado 28 años desde la historia de Palcomas, incluso nuestro amigo tete estuvo a punto de se envestido. Aún recuerdo sus chillidos.
    la verdad es que el perro rebosaba tetosterona y encima era un mastín, así que cualquiera se escapaba.
    Más de uno no tuvimos que subir a los árboles.
    En fin, el tiempo no espera por nadie. Un abrazo

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  2. ¡Vaya con el amigo Palcomas!
    No se puede uno fiar de los desgarbados y débiles a primera vista, nos pueden dar una sorpresa.
    Parece que el can pretendía practicar el bestialismo. Además de ser un pesado. No sé como no lo invitan a la Noria.
    Un saludo.

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  3. Es cierto, Carlos. El tiempo no lo podemos detener. Pero sí podemos acelerar o frenar las consecuencias inexorables que se derivan del rápido tic tac del reloj.
    Querido Ahechadero, estoy convencido que, en la mayoría de los casos, la debilidad lleva implícita resultados de enorme fuerza. Por el contrario, poseer enorme fuerza implica hacernos cada vez más débiles.

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  4. Estimado Rafa, recordando a Teresa de Calcuta, he personificado Debilidad/Fuerza. La aparente fragilidad de la monja escondía una fuerza inconmensurable. Pero esto es, creo, una excepción.
    En cuanto a Fuerza/Debilidad... permíteme que te pida que lo desgranes. Luego tamizaremos el cereal y puede que hagamos pan.
    Un saludo.

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  5. Vaya, quien le iba a decir a aquel apostol de la lujuria que era Palcomas, que entorno a el se iba a entablar una discusión filosófica.
    Personalmente pienso que , efectivamente, detro de la fragilidad se encierra cierta fuerza, y no debemos dejarnos llevar por las apariencias.
    Nosotros nos creemos fuertes porque vivimos en una sociedad avanzada, sin embargo sucumbimos ante la adversidad antes que cualquier afgano de las montañas que vive de lo que le da su cabra (por ejemplo).
    No cag.... de miedo cada vez que sube la luz o la gasolina, y no quiero pensar qué ocurriría si tuviéramos que vivir sin ellas.
    Entonces planteo la siguiente cuestión: ¿quién son en realidad los débiles y los dependientes.......................???.
    un saludo a todos.

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  6. Aechadero, me encanta que desgranes las reflexiones y las tritures para volver a crear nuevas cavilaciones de las que todos disfrutemos y aprendamos.
    Para mí, y siempre viéndolo desde una perspectiva desde fuera de la cancha, la palabra fuerza adquiere una dimensión más espiritual y menos material. La fuerza es la capacidad que tiene el individuo para sobreponerse a los diferentes estímulos sociales y mantener su desarrollo personal. De ahí, sostengo la opinión de que mientras más desarrollemos una vida de bienestar a nuestro alrededor, como bien dice Carlos, paralelamente estemos debilitándonos ante la necesidad que provoca la dependencia. Amigo Aechadero, el Ser Humano, es capaz de adaptarse a condiciones inimaginables, ¿verdad? Pero todo proceso lleva su tiempo y a los mejor, ese espacio de tiempo, puede llegar a ser lo suficientemente largo como para que no lleguemos a superarlo finalmente.
    De cualquier forma, la fuerza y la debilidad, no son conceptos concretos, sino más bien una escala gradual de la capacidad de actuación. No hay personas fuertes o débiles, sino personas con una determinada capacidad para afrontar con mayor o menor garantía de éxito su supervivencia.

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  7. He llegado tarde a esta discusión filosófica. Pero sólo quiero añadir algo: con menos argumentos se han editado novelas ejemplares de erótica, a saber: "La insólita y gloriosa hazaña del cipote de Archidona", del no menos glorioso literato don Camilo José Cela. Y, además, toda esta historia vio la luz a raíz de una carta manuscrita por don Alfonso Canales dirigida al mentado literato. En fin, quién sabe si este glorioso suceso del cánido Palcomas no diera lugar, en un origen incierto y en virtud de una mente literaria fértil, a una novela de época o a un cuentecillo rosa. Insisto que con menos argumentos se han construido grandes historias. Y ésta, desde luego, no tiene desperdicio. Ahí suelto el guante.
    ¡Un saludo!

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