Alguien, desde la grada, lleno de cólera y deseos incontenibles por agredir al colegiado del encuentro, vocifera " hijo de p., cabr...", impulsado por la más que razonable justificación de no haber pitado un campo atrás en un momento intrascendente del partido. Después, avergonzado por no sentirse acompañado por el resto de la grada, alega, como causa atenuante, haber utilizado su actitud como terapia de relajación necesaria para retomar la compostura de acuerdo al momento y lugar en el que se encuentra.
La reflexión que hago hoy, bastante pasada la medianoche, próximo al fin de la media noche, es -llegado el siglo XXI ¿volvemos a las peleas de gallos?, ¿hemos sustituido los corrales por graderíos, y los gallos por nosotros mismos?.
Me temo que las nuevas sociedades de consumo nos están llevando a despiadados modelos de competitividad necesarios para definir nuestro poder adquisitivo, status, calidad de vida, etc., y, aún, no conocemos sus efectos secundarios. Ahí, pisamos arenas movedizas. Bienvenidos a la guerra de guerrillas.
Supongo que la mayoría entonaremos el ardor guerrero, pero, también espero y deseo que seamos lo suficientemente inteligentes para establecer los acuerdos necesarios para paliar los daños colaterales que se ocasionen a las víctimas inocentes durante el fragor de la batalla.
La reflexión que hago hoy, bastante pasada la medianoche, próximo al fin de la media noche, es -llegado el siglo XXI ¿volvemos a las peleas de gallos?, ¿hemos sustituido los corrales por graderíos, y los gallos por nosotros mismos?.
Me temo que las nuevas sociedades de consumo nos están llevando a despiadados modelos de competitividad necesarios para definir nuestro poder adquisitivo, status, calidad de vida, etc., y, aún, no conocemos sus efectos secundarios. Ahí, pisamos arenas movedizas. Bienvenidos a la guerra de guerrillas.
Supongo que la mayoría entonaremos el ardor guerrero, pero, también espero y deseo que seamos lo suficientemente inteligentes para establecer los acuerdos necesarios para paliar los daños colaterales que se ocasionen a las víctimas inocentes durante el fragor de la batalla.
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