Esta noche, uno de vosotros que participáis de este blog de reflexiones, me ha relatado una breve e interesante síntesis de su exótico viaje a Turquía. En pocas frases ha desterrado de mi imaginación la aridez que parece desprenderse de las imágenes de películas y otros documentales que he podido ver por televisión. Un país entendido, al menos por mí, de costumbres asiáticas, y que, según la realidad apreciada por este viajero, parece quererse decantar cada vez más hacia el lado Europeo. Eso sí, sin perder de manera absoluta sus raíces orientales.
Nos recomienda visitar la megalópolis de la que, posiblemente, más orgullosos estén los turcos: Bizancio, después llamada Constantinopla. Actualmente Estambul.
La tecnología de hoy día nos permite globalizar nuestros movimientos en los que las distancias se acortan y se hacen asequibles en kilómetros y coste. La pluralidad de culturas, modos de vida y todo cuanto rodea al ser humano, se convierte en el manantial de sabiduría que nos hace mejorar. El respeto y la tolerancia los medios para llegar a ella.
Sé que cuando preparamos las maletas para cruzar nuestras fronteras, un pellizco se nos coge en el estómago. Intranquilidad por los contratiempos por venir, sumado a la pérdida de confort que nos ofrece nuestro hogar, nos puede hacer titubear en la decisión de partir hacia tierras desconocidas. Sentirnos desprotegidos por el desconocimiento del idioma, que no conocemos, también puede ser un obstáculo.
Pero, una vez superada la indecisión, subimos al barco, avión, tren o vehículos y abrimos los cinco sentidos para disfrutar del viaje.
Foto: Estambul.
Nos recomienda visitar la megalópolis de la que, posiblemente, más orgullosos estén los turcos: Bizancio, después llamada Constantinopla. Actualmente Estambul.
La tecnología de hoy día nos permite globalizar nuestros movimientos en los que las distancias se acortan y se hacen asequibles en kilómetros y coste. La pluralidad de culturas, modos de vida y todo cuanto rodea al ser humano, se convierte en el manantial de sabiduría que nos hace mejorar. El respeto y la tolerancia los medios para llegar a ella.
Sé que cuando preparamos las maletas para cruzar nuestras fronteras, un pellizco se nos coge en el estómago. Intranquilidad por los contratiempos por venir, sumado a la pérdida de confort que nos ofrece nuestro hogar, nos puede hacer titubear en la decisión de partir hacia tierras desconocidas. Sentirnos desprotegidos por el desconocimiento del idioma, que no conocemos, también puede ser un obstáculo.
Pero, una vez superada la indecisión, subimos al barco, avión, tren o vehículos y abrimos los cinco sentidos para disfrutar del viaje.
Foto: Estambul.
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