miércoles, 28 de enero de 2009

Hacia el progreso

… - lo siento pero nos vemos obligados a prescindir de sus servicios.
- ¡ Cómo se atreve a decirme eso!. Después de todos los años que he prestado servicio a esta empresa. He luchado por ella día a día, sumándole al horario laboral el horario personal hasta agotar la vista por el cansancio y quedar con mis manos entumecidas sobre las viejas teclas de la Olivetti. Los buenos momentos de la empresa han sido los míos, y, lo malos, mis desesperanzas…
- Si, si, si.., y le damos las gracias. Pero, ahora, necesitamos alguien más joven, capaz de trabajar sin desfallecer y motivado hasta la saciedad; que no tenga cargas familiares y tenga disponibilidad veinticuatro horas. Lo comprende, ¿verdad?.
- Comprendo que ahora no tendré para pagar la hipoteca; comprendo que ahora mis hijos perderán los derechos básicos que tus hijos sí tendrán; comprendo que ahora me veré mendigando algún misero sueldo en empresas que cierran sus puertas a la madurez; a la experiencia; y también, por qué no decirlo, al agotamiento físico y moral.


Pudiera ser cualquiera de los momentos que muchas personas estarán teniendo en estos tiempos antes de volver a casa para enfrentarse a una dura realidad.
Es difícil ponerse en esta tesitura sin haberla vivido. Mucho más difícil viéndola desde la lejanía del trabajo estable.
Poquito a poco. Pasito a pasito vamos consiguiendo tener un modelo de vida capitalista y consumista en el que prime la cantidad, pero no la calidad. Servicios para el pudiente, miseria y olvido para el desgraciado que está tirado en la acera. Despido libre para hacer competitivas nuestras empresas y sálvese quien pueda para los que cumplan más de veinte años de servicio.

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