viernes, 27 de febrero de 2009

Codicia...


Madrugada de jueves al viernes, en aquellas horas meridianas de la noche. Sentado con el mundo a mis pies y disfrutando de temperaturas que empieza a recordarnos la llegada de la primavera. Esta mañana perdí el sueño en un descuido. Mientras cumplía con mis obligaciones laborales, se me ha escurrido de las manos cayendo en cualquiera de las pozas del insomnio, hundiéndose en lo más profundo arrastrado por el lastre de un día de mal trabajo.

El comentario de hoy es para la codicia. Uno de los siete pecados capitales en el catolicismo. Incluso me atrevería a decir que el más frecuentado en las sociedades consumistas, a las que continuamente alimentamos para que sigan creciendo. Los budistas que parecen verlo todo desde el saber que les da la experiencia, dicen de la codicia lo siguiente: La codicia está basada en una errada conexión material con la felicidad. Esto es causado por una perspectiva que exagera los aspectos de un objeto.


La misma codicia parece arrastrarnos a una búsqueda de la perfección, clave para la felicidad. Estamos dejándonos llevar río abajo por la fuerte corriente. Algunos llegarán a buen destino. Otros, reventarán tras la caída por cualquiera de las cataratas de la vida.

Pues esta noche, aprovechando que nadie debería verme, salvo algún que otro gallo tempranero que debe haberse desvelado, me levanto del asiento para adoptar actitud provocadora y de rebeldía. Y decir:

Políticos, estáis equivocado en vuestros perfectos discursos, ricos en beneficios personales, pero empobrecidos de valores y buenos resultados. Lo que quiere El Pueblo es mucho más sencillo. Poder vivir y que nos dejen vivir.
Ciudadanos, la calidad de vida no está en la cuenta corriente del banco, tampoco está en el mejor coche, ni siquiera en el poder. La calidad de vida está en saber vivir y disfrutar de todas esas cosas que tenemos al alcance de la mano, pero que la codicia nos las tapa haciéndonosla olvidar. ¿Tiene precio un agradable paseo por la Sierra?. Momentos relajantes de charla con los amigos, ¿cuesta tanto?. Viajar en un viejo coche con el maletero cargado de recuerdos de nuestros primeros viajes, de nuestras primeras prácticas al volante, de cuando fuimos la familia dieciocho horas a la playa y volvimos achicharrados pero felices, ¿se podría pagar con la tarjeta de algún banco?.

El día que nos demos cuenta que la felicidad se esconde detrás de las cosas más sencillas, sólo entonces, habremos encontrado el tesoro más preciado. Seremos ricos y afortunados.

Foto. Todavía hay por ahí algunos mamelucos que piensan que en la base del arco iris hay un tesoro que es el que lo refleja. Y por eso es tan bello.
Pues no, tontos. Tamaña belleza sólo puede nacer de la conjugación del sol y el agua. Nada más simple, nada más natural. Así que dejad de buscar las riquezas sintéticas que nos prometen y abrir los ojos porque el tesoro ya lo tenemos y podemos disfrutarlo día a día.

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