
Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a un encuentro con la poeta y autora, Yolanda Sáenz de Tejada, gracias al buen trabajo que la Asociación de Mujeres “Azahar 2000” realiza en pro de la cultura, con el apoyo del Área de Cultura Municipal.
Tras presentarnos su último libro, “Poesía desde mi ombligo”, nos recitó unos preciosos versos al ritmo de lo cotidiano. Lacerados por la violenta realidad sexista, pero fortalecidos por el ardor espiritual del –no a la violencia.
En pleno éxtasis literario, dos autoras locales levantaron su voz melódica y valiente para emocionarnos con sus impactantes poesías nacidas de la inspiración pura y dura de vidas forjadas a golpes de injusticias.
Yo, sentado en una postura intermedia a Yolanda y al público asistente, pude apreciar la verdadera relación que existía entre ambos. La escritora, a través de la poesía, ejercía de pregonera de cuantas vicisitudes quedan enrolladas en la parra de lo cotidiano. Sus lectoras, vendimiaban la satisfacción de poder oír en alto el grito de –¡BASTA YA!.
Y es que la poesía es la armonía de las letras en el discurso de lo mundano; es la voz en grito de la queja y el deleite del susurro complaciente. Todos deberíamos escribir poesía cada día, indiferentemente del buen uso métrico y ortográfico que hagamos en la expresión que siempre será escuchada para nuestro bien, y nunca para mal.
Espero haber contestado a todos los que me habéis preguntado -¿por qué no escribes poesía?-. A partir de hoy, formaré parte de ese nuevo mester de juglaría que volverá a levantar la voz del pueblo en cada plaza para ser escuchada.