viernes, 25 de marzo de 2011

Días grises de cielos despejados


Cuando amanece un día gris de cielos despejados, de sol ofensivo, duele hasta el pensamiento; cuando el silencio es desgarrado por la desesperación del lamento se te revuelven las tripas y un vacío interior te descompone el alma; cuando chocas de frente con la puta crudeza cuesta reponerse del tambaleo que el vértigo nos produce al mirar desde las alturas al precipicio de la realidad.
No nos humillamos porque derramemos algunas lágrimas para vaciarnos de desesperación. Soltar por cada poro de nuestra piel la rebeldía que nos corroe por dentro, tampoco nos hace débiles, y nos limpia de impurezas. Poco a poco, día tras día, pensamiento tras pensamiento recuperaremos a la persona que todos debemos salvaguardar por el bien de todos.

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